Un joven fue asaltado y apuñalado con un cuchillo de camino a casa. Después de que se curó de su lesión, la víctima quería que le devolvieran su dinero y se sintió frustrada porque el delincuente nunca tuvo que rendir cuentas. Después de hablar por separado tanto con la víctima como con el agresor, ambos acordaron reunirse.
Durante esta conversación, el agresor se disculpó y expresó remordimiento por el dolor físico y mental que le infligió. Explicó que no había tenido la intención de que las cosas se pusieran violentas, había estado asustado y atrapado en el momento. Después de escuchar esto, la actitud de la víctima cambió. Perdonó al ofensor y compartió algunas de las malas decisiones que había tomado en su propia vida. El delincuente expresó su deseo de devolver el dinero robado, aunque le tomaría un tiempo ahorrar. Tanto la víctima como el agresor salieron de la reunión sintiéndose escuchados y comprendidos.